Tecnología, Derecho y Estado

En los últimos años, el avance tecnológico ha trasladado las fronteras a una red digital, en la cual se pueden realizar diversas actividades, tales como: comprar, negociar, contratar, capacitar y todo lo que podamos imaginar; todo ello, incluso, desde un teléfono móvil. Sin embargo, el derecho pareciera haberse quedado detenido en el tiempo por el avance intempestivo y galopante de la tecnología.

Hace no muchos años las fronteras entre los países eran muy marcadas y definidas; por ejemplo, si una empresa peruana deseaba obtener un sistema contable a medida, estaba obligada a acudir a un país extranjero para obtenerlo, al mismo tiempo era necesario que la empresa extranjera viniera a Perú con el objeto de instalar y capacitar al personal que haría uso de ese nuevo sistema contable.

Hoy la tecnología ha cambiado, prácticamente la forma de hacer negocios. La empresa de streaming Netflix, por ejemplo, en cuya plataforma se puede disfrutar de películas y series a cambio de un pago mensual, cambió totalmente la forma de entretenimiento y ha sido materia de controversia en los últimos meses.  Ello, por cuanto, según la última información que se tiene, todo apunta a que el Estado ha advertido que este tipo de negocios no existían al momento en que se creó la normativa que hoy en día nos regula. Lo indicado es un claro ejemplo de cómo la tecnología ha dejado atrás al derecho (en este caso tributario).

A pesar de que el servicio es utilizado por consumidores peruanos, generando ingresos para Netflix, no se encuentra gravado con ningún tipo de impuesto en nuestro país; es decir, el Perú no se encuentra recaudando los impuestos correspondientes debido a que, hace no muchos años, resultaba impensable la existencia de este tipo de negocios digitales.

Este tipo de situaciones, ocasionan que el PBI anual se vea mermado, ya que como se sabe los impuestos son una de las columnas vertebrales en dicha fórmula, lo cuál resulta poco equitativo para los contribuyentes clásicos, quienes año a año aportan con sus impuestos a la sostenibilidad económica del país.

Lo acontecido en las últimas semanas, ha dejado en claro, que los tiempos han cambiado y que, además, nada volverá a ser igual. El Estado ha demostrado estar en la capacidad de volverse un Estado digital, ya que todas las medidas adoptadas, tienen como objetivo, no permitir que las personas salgan físicamente de sus hogares.

En unos pocos días, hemos visto la cantidad de normas que regulan el teletrabajo, así como, la obtención de permisos y trámites a través del internet.

La pregunta sería ¿por qué se esperó a que pasará un acontecimiento desafortunado para darnos cuenta del potencial que nos otorga la tecnología y digitalización en nuestros días?

Según lo comentado, nada volverá a ser igual, en todos los aspectos de nuestra vida; sin embargo, una de las cosas positivas que dejará esta situación (desafortunada), será el recuerdo de la reacción y adaptación que tuvimos como nación a no quedarnos estancados simplemente por el hecho de no poder salir físicamente de nuestros hogares. Se vienen tiempos de dinamismo y eficiencia tecnológica que esperemos sea acompañado de normas modernas que permitan entender la realidad jurídica que el mundo de hoy reclama.